Articulos académicos






El rol del estado en la construcción de un modelo de desarrollo inclusivo

Ariel Raidan

Introducción

La crisis desatada en el año 2001 cuestionó las lógicas macroeconómicas sobre las cuales estaban construidas las expectativas de desarrollo en la última década. La construcción de un proyecto asentado sobre valores como la eficacia, competitividad, valoración de lo privado y el desdén a lo público-estatal1 terminaron produciendo una sociedad con un alto nivel de concentración en la economía, un profundo proceso de desindustrialización y una marcada fractura social. A partir de la salida de la convertibilidad a través de la devaluación, se han manifestado algunos resultados macroeconómicos asociados a la recuperación productiva, el crecimiento económico y el logro del superavit comercial y fiscal, un incipiente proceso de redistribución del ingreso, pero aún existen muchos interrogantes respecto a la viabilidad y certezas de las medidas tomadas.
La Argentina tiene ante sí la tarea de resolver una serie de desafíos para poder recomponer de forma urgente el funcionamiento de la economía con el propósito de encaminarse hacia un sendero de crecimiento y desarrollo para poder dar la solución a la crítica situación social en la que se encuentra y, al mismo tiempo, de generar condiciones para la reinserción en el plano internacional en un contexto de una economía altamente competitiva. Para ello, requiere de una rápida respuesta del estado como impulsor de un nuevo tramado productivo que aporte mayor valor agregado local y genere más y mejor empleo.
Desde este punto, el trabajo tiene la intención de reflexionar sobre tres objetivos; Primero, analizar el desempeño de la economía y las principales líneas de acción políticas del estado luego de la crisis del modelo de convertibilidad. Segundo, contribuir a un debate conceptual sobre los modelos de desarrollo que emergen, luego de la crisis del modelo anterior y destacar el especial énfasis que depositan en el estado. Finalmente, en tanto propositivo, se intentará abordar los desafíos que el estado deberá enfrentar la Argentina para lograr un desarrollo inclusivo, integral y sustentable. 2


Desempeño post-devaluación

El conjunto de políticas implementado a partir del derrumbe de la convertibilidad, donde la devaluación de la moneda ocupo un lugar de importancia, inauguró una nueva etapa en la economía argentina, pues otorgo una ventaja competitiva sumamente atractiva tanto a la alicaída industria como a los sectores exportadores primarios de la economía. Estas políticas, de la gestión macroeconómica, se han asentado sobre la base del considerable superávit primario del sector público, nacional y provincial, merced a una política eficaz de recaudación y al sostenimiento del tipo real de cambio.3 El crecimiento económico a partir del 2002 vino subiendo sostenidamente a un promedio del 8% anual, merced a la fuerte recuperación de las exportaciones y al proceso de sustitución de importaciones. La política monetaria, con un tipo de cambio alto ha permitido alcanzar superávit comercial y fiscal, algo que no se había registrado ni en la década de los `90.
La renegociación de la deuda, el pago al FMI, la caída del desempleo, la contención de las tarifas de los servicios públicos, las negociaciones de precios, los acuerdos sectoriales fueron algunos aspectos positivos alcanzados en los últimos años, sin embargo a pesar de ciertos logros alcanzados la existencia de cuestiones vinculadas con la falta competitividad de las empresas, las dificultades de acceso al crédito y el encarecimiento de los servicios, la baja inversión directa y la falta de infraestructura entre otros problemas, como también los aspectos relacionados con el grado de primarización, la concentración de la industria y la ausencia de una estrategia de definición sobre el perfil de especialización de la industria ponen en debate la efectividad de las medidas aplicadas post-devaluación, para alcanzar el crecimiento económico sostenido.4
En efecto, a partir del establecimiento del nuevo régimen macroeconómico, tanto la producción como las exportaciones manufactureras experimentaron un importante incremento.5 En lo que a volúmenes de producción se refiere, en el 2002 se produjo un punto de inflexión en la profunda y prolongada recesión que venía teniendo lugar desde mediados de 1998, verificándose una marcada y persistente recuperación a partir de entonces. La expansión de la actividad nuevamente trajo aparejada una significativa creación de empleos, aunque muchos de ellos fueron de naturaleza informal. Paralelamente, volvió a reducirse la tasa de desempleo, que de todos modos sigue siendo alta. La mayor demanda de trabajo y los reajustes de las remuneraciones aprobados por el gobierno incidieron en una recuperación de los salarios reales. En conjunto, esta evolución permitió reducir los índices de pobreza e indigencia, si bien tales fenómenos siguieron representando un grave problema social.6
El crecimiento general del sector de la exportación se debió en gran parte a la devaluación, a la gran demanda de materias primas argentinas y al bajo nivel de partida para medir la reciente recuperación. Las exportaciones de Argentina crecieron, el mayor crecimiento se produjo en las materias primas agrícolas y en el petróleo que no requerían nuevas inversiones. La devaluación estimuló, asimismo, el crecimiento de las industrias locales porque la importación de productos manufacturados se hizo demasiado cara. El resultado neto fue un significativos superávit de la balanza comercial.
Cabe decir, paradójicamente que el crecimiento fabril de los últimos años dio lugar a una nueva y fuerte transferencia de ingresos desde los trabajadores hacia las grandes empresas y grupos económicos que controlaron las exportaciones. La regresividad en la distribución interna del ingreso parece ser un componente que se ha mantenido desde el modelo aplicado en la década de los `90 y se ha profundizado aún más. 7
A pesar del crecimiento logrado, y aún con mejoras en el empleo, la distribución regresiva del ingreso no se ha modificado demasiado, los indicadores moestraron un aumento en la distancia entre los ingresos de los más ricos y los más pobres. Los sectores más pobres (desocupados, empleados en negro, cuentapropistas informales o beneficiarios de planes sociales) siguieron bajando niveles sociales. Aunque hubo un aumento tanto del empleo como de la producción, esas familias recibieron una porción más pequeña de la riqueza creada. Otro elemento preocupante que se ha manifestado con la post-devaluación es la brecha salarial respecto de la inflación, que es evidente en diversos sectores del mercado de trabajo y junto con ello un aumento de la conflictividad social vía huelgas principalmente del sector público pero no exclusivamente. Esta conflictividad social se manifiesto sobre un panorama de reactivación y crecimiento económico significativo, pero con ingresos muy deprimidos y con pérdida de poder adquisitivo.
En síntesis, algunos de los elementos señalados permiten ver algunas luces, pero nos alertan sobre cuestiones respecto a las políticas implementadas luego de la crisis de la convertibilidad y la puesta en marcha de la devaluación. La industria se ha recuperado de una manera muy significativa, al punto tal que, este en la actualidad, este operando casi al máximo de la capacidad instalada. En este sentido la devaluación ha permitido regenerar un proceso de sustitución de importaciones, con creciente incorporación de valor agregado. La perfomance en los volúmenes exportados, en el crecimiento del Producto bruto, en la baja del desempleo se ha visto correspondida con un aumento de saldos exportables de productos primarios, pero el grado de primarización de la economía, la dependencia de insumos externos, las dificultades de acceso al crédito; como también el crecimiento del trabajo informal y una mayor brecha en los más ricos y el conjunto de la población son problemas que merecen ser atendidos.



El debate respecto al desarrollo

Este contexto abre la posibilidad de interrogarse respecto a la viabilidad de estas medidas y su sustentabilidad en el largo plazo. En este sentido, cabe preguntarse, ¿existe una estrategia de desarrollo o se asiste a un proceso inercial de un contexto internacional sumamente favorable a demandar a productos primarios? ¿Cómo es posible de lograr un proceso redistributivo distinto al anterior modelo? ¿Cual debería ser rol del estado en la búsqueda de un modelo de desarrollo inclusivo?
En términos académicos y con extensión a la arena política parecen emerger, luego de la crisis del modelo de acumulación neoliberal, dos visiones que intentan reflexionar sobre el la búsqueda del crecimiento con desarrollo y el nuevo rol del estado post- devaluación. Por un lado, la visión neoinstitucionalista, esta es una elaboración reciente que tiene que ver con el redescubrimiento de las instituciones como condición del desarrollo, con la preocupación por la calidad institucional y el aumento de las capacidades estatales.8 En tanto, la otra perspectiva es la neo-desarrollista o neo-keynesiana, Es un abordaje que se manifiesta luego de la crisis y profundiza la línea en torno al crecimiento con desarrollo a través de un modelo endógeno y auto sustentable destacando la necesidad de un rol activo del Estado para poder crecer, generar un proceso redistributivo y lograr mayor integración social.9
Desde la perspectiva neo-institucionalista, el Estado ha de ser, no sólo pero sí destacadamente, un proveedor y garantizador de regulaciones. Asignar más eficientemente los derechos de propiedad (que es el objetivo principal de las desregulaciones), garantizar estos derechos y las transacciones sobre los mismos, generar los marcos regulatorios demandados por los fallos del mercado y hacerlo de modo que los fallos del estado no empeoren los resultados, establecer y administrar. 10 Desde esta perspectiva, las instituciones son, pues, importantísimas: al articular la interacción entre actores, expresan las relaciones de poder y de interés de una determinada sociedad y se corresponden con el fondo de competencias exigidas para practicar exitosamente el juego que estructuran así como con los modelos mentales y valorativos que lo legitiman. Las instituciones no coinciden con la legislación o derecho positivo, porque existe institucionalidad formal e informal. Además del juego y de los actores formales pueden existir actores informales y normas informales, también constitutivas de la institucionalidad, es decir, del verdadero sistema de incentivos de los actores.11
Ahora bien, en cuanto los desafíos del estado la mayor urgencia de reforma administrativa todavía es la creación de verdaderas burocracias capaces de asumir eficazmente las funciones exclusivas del Estado en un marco de seguridad jurídica; (b) que para el desempeño de las funciones exclusivas del Estado el sistema de gestión más racional–(c) que el ámbito propio de la revolución gerencial se encuentra principalmente en el ámbito de la provisión directa de bienes y servicios públicos, que hoy es el espacio público cuantitativamente mayor, pero que no se incluye en las funciones exclusivas del estado, cualitativamente más importantes; (d) que la revolución gerencial pública no es nunca una mera traslación de las técnicas y cultura del sector privado, ya que debe resolver problemas genuinamente “públicos” como son la dificultad del monitoreo de las relaciones entre financiamiento y provisión de servicios, las dificultades en la medición y control de resultados, la problematicidad inherente a los cuasimercados o mercados planificados y, finalmente, los impactos de la información y participación ciudadana.
Reinventar la burocracia, desde esta perspectiva significa hoy principalmente mejorar la solución de los dos problemas a que responde su estructura institucional: el problema de durabilidad de los compromisos legislativos y el problema de agencia que envuelve el de monitoreo. La solución tradicional pasaba por reconocer voz en el proceso exclusivamente a los políticos, a los funcionarios, a los jueces y a los ciudadanos con un derecho subjetivo o un interés legítimo en una decisión administrativa. Ahora se trata de abrir el número de actores, de mejorar la información y participación de todos ellos y de perfeccionar el sistema general de responsabilidad administrativa.
La otra estrategia se basa en adoptar un rol activo del Estado, en transformarlo en agente dinámico del desarrollo con equidad (sustentable e inclusivo) en la creación de empleo y en la inversión, y en la recuperación de alguna modalidad del Estado Social y salida al mero asistencialismo. Aquí el rol del Estado implica promover una política de reindustrialización, de ampliación de la infraestructura pública y la inversión en ciencia y tecnología con el objetivo de recuperar las seguridades individuales y sociales, apuntando a un desarrollo con inclusión. En este caso se trata de fortalecer el Estado tanto como proyecto político-social, como en su organización y gestión.
La visión neo-desarrollista enfatiza la recuperación de la centralidad estatal en el encauzamiento de la economía y en la reorientación productiva. La actuación del Estado hacia la creación de instrumentos que ayuden a promover el desarrollo económico, garantizando las condiciones macroeconómicas favorables a la inversión privada y fomentando el desarrollo industrial, mediante políticas sólidas en los sectores de ciencia y tecnología y del comercio exterior, como así también en el otorgamiento de estímulos a las PyMes(créditos, capacitación difusión, etc.). La construcción de estatidad se contrapone la anterior estrategia ortodoxa que asignaba al estado un rol “pasivo” y negativo en el desarrollo, un estado ‘ausente’, donde el crecimiento sólo debía ser fijado por el mercado. Las estructuras estatales nacionales y regionales vinculadas al direccionamiento de las políticas de desarrollo productivo y territorial se debilitaron y perdieron presencia ante las fuerzas del mercado.
En cuanto al perfil de desarrollo, la perspectiva centrada en el desarrollo inclusivo pone la atención en el intento de construir un nuevo consenso, mucho más amplio que cualquier manifestación sectorial productiva. Debe aglutinar, como estrategia a un conjunto de actores políticos, sociales y económicos.12 El modelo de desarrollo en términos productivos debe remitirse algunas dimensiones tales como el: el perfil de desarrollo, es decir; abrir la discusión respecto a fomentar el crecimiento y el desarrollo del país pensando en la acumulación financiera o propender a la inversión productiva y reconstruir el aparato industrial. La orientación emparentada con el keynisianismo pone el eje en lo productivo, el rol activo del Estado en generar empleo y cadenas de valor, sustentado en una concepción ética del desarrollo (importancia de reconstruir el tejido social), sin dejar de tener preocupación por el equilibrio fiscal o metas inflacionarias, y que incluso puede considerar la posibilidad de recuperar servicios públicos mal brindados (por ejemplo los ferrocarriles) y redefinir las prácticas impositivas que facilitan la evasión. Las empresas concesionarias de los servicios públicos constituyen un factor de poder y presión importante, aún cuando el proceso devaluatorio haya afectado considerablemente sus interese la postura y solidez en las decisiones gubernamentales plantean un importante interrogante respecto a la construcción de una nueva alianza productiva, como así también en la concreción de un modelo de desarrollo distinto. 13
Sintentizando, las reformas realizadas hasta el momento han resuelto sólo la cuestión de la estabilización económica. La generación de un importantisimo superávit ha sido un dato clave de la recuperación económica. En tanto la articulación de un modelo de industrialización, como la actuación del Estado sobre los mercados siguen siendo cuestiones que no se han puesto en el debate. En este plan, la reindustrialización del país para posibilitar la creación de mayor valor agregado y a la creación de empleos precarios se vuelven aspectos a considerar en una nueva agenda política14
Es necesario pensar una estrategia que se oriente hacia la consolidación de un perfil de especialización económica y del cual el país aporte mayores volúmenes exportables con alto grado de mano de obra. De la misma manera, en esta empresa es sumamente importante la construcción de un modelo de desarrollo que integre las diferentes regiones productivas de la nación; pues de lo contrario, prevalecerá una opción estratégica basada en capital natural, bajos salarios y en desprotección social, en exportaciones, que se desentiende del mercado interno, que busca eliminar retenciones y apreciar el tipo de cambio, que promueve en suma un modelo exportador reprimarizado.



Los desafíos del estado frente al desarrollo

1 Reconstrucción de la gestión

El estado es una como construcción social, su realidad organizacional es la consecuencia de un proceso en el que se cristalizan respuestas a situaciones problemáticas surgidas de demandas y conflictos sociales, se manifiestan distintos proyectos políticos y se despliega la iniciativa burocrática. Esa construcción es el producto de las confrontaciones de percepciones y aspiraciones de grupos con valores, intereses y recursos diferenciados. Su estructura y sus modos de funcionamiento reflejan, entonces, los resultados de estas confrontaciones, la distribución del poder y las concepciones prevalecientes sobre el estado en distintos períodos históricos.
En términos de organización, el crecimiento del estado es el resultado de un proceso de agregación. Cada una de sus unidades es el producto de una cuestión planteada y de un modelo institucional al que se recurre para su superación. Concebida de este modo, la realidad organizacional del estado no es una unidad que responde a un conjunto coherente de objetivos y metas y en cuyo interior se realiza una multiplicidad de actividades instrumentales para su logro, por el contrario, se resalta la heterogeneidad de los mecanismos institucionales, la elevada probabilidad de tensiones en su interior, la incoherencia en los comportamientos y la diversidad en la naturaleza y consecuencias de las relaciones que cada unidad establece con los sectores de la sociedad a los que dirige sus actividades.
Como toda estructura social, las organizaciones públicas generan intereses y perspectivas, siendo frecuente que persistan a lo largo del tiempo con sus orientaciones primeras, no revisando sus diagnósticos, manteniendo las modalidades de acción para las que sus recursos humanos están más capacitados y sus tecnologías son más adecuadas y anudando compromisos con sus clientelas particulares. Este factor explica que, además de los intereses intraburocráticos, la reforma del estado movilice a actores sociales que tienen el carácter de interlocutores oficiales y que cuentan con mecanismos de acción establecidos y legitimados sobre las organizaciones públicas.
De manera tal, que cualquier intento por reformar esta realidad interna tiene consecuencias sobre la distribución de poder social, enfrenta resistencias y constituye de por sí un nuevo campo que suma tensiones y conflictos a los ya generados por la crisis por la que atraviesa el país. Pero cierto es, que se presenta como un importante desafío para abordar, pues la superación de un modelo de estado y gestión cimentado en el distanciamiento con la sociedad y sobre todo, en la incesante lógica del ajuste.16


Visión estratégica

Un punto importante de la gestión del estado ha sido ha sido la falta de una visión estratégica integral y la ausencia del supuesto del valor estratégico de la gestión de las personas. En este contexto, la reducción de costos pasa a ser el criterio “estratégico” por excelencia o en todo caso el más frecuente. La estrategia de gestión y de recursos humanos pasa a ser definida en base a la reducción de los costos cada vez que se enfrenta una crisis presupuestaria. La fijación de lineamientos a largo plazo, pensar en un proyecto desde la gestión se ah visto obstaculizado por la politización, la burocratización y por procesos de ajuste que han permeado en cualquier intento por desarrollar proyectos sustentables. 17
Los sucesivos procesos de reforma reflejaron este criterio de reducción del gasto sin una adecuada planificación, también han concurrido como factores, la expansión de la modalidad de contratación temporaria que ha generado una verdadera burocracia paralela, cuya incorporación se basa centralmente en la confianza política. La gestión ha pendulado erráticamente de la burocratización, la solidificación de estructuras, la inoperancia ha técnicas y modalidades neo-empresariales con criterios de eficiencia, conjuntamente con ajustes permanentes.
El rol del de la gestión cobra una envergadura impostergable aquí en la guía del proceso de transformación integral, económica, social cultural y en la articulación con los actores económicos sociales y políticos. Si se quieren asumir estos desafíos del desarrollo inclusivo, lo que se haga con el Estado resultará también clave. El Estado como bien sabemos, es protagónico para direccionalizar un modelo de desarrollo. Contribuye en esta dirección la importancia de la planificación y de una visión estratégica que impulse un proyecto. Es clave para salir del coyunturalismo, tener una hoja de ruta y un consenso estratégico. Porque el Estado no es sólo una dimensión jurídica, normativa o de articulación de relaciones sociales y de gestión, sino también es un proyecto colectivo. Porque planificar un rumbo no es sólo un problema económico sino integral, que requiere una construcción plural con diversos actores e instituciones. En todo caso, así como ya se demostrara la inviabilidad de dejar todo en manos del mercado, tampoco puede ser un plan estatalista y sin amplios consensos sociales, sino un plan elaborado en un proceso consensuado entre diversos actores que comparten un mismo horizonte sobre le desarrollo y el papel del estado.18

Continuidad de las políticas

El desarrollo de las administraciones públicas, en especial la consolidación de un funcionariado estable competente, se ha visto afectado por problemas vinculados a la falta de continuidad política, como también de incentivos apropiados para continuar desarrollando sus funciones. No son infrecuentes los casos en que los cambios de gobierno o aun de gestión ministerial promueven un recambio de los proyectos y de los elencos de funcionarios. Esto constituye en sí mismo ha constituido una brecha de capacidad, pues las agencias gubernamentales han perdido capacidades dificultando el aprendizaje organizacional. La ausencia de incentivos adecuados que estimulen la carrera en la función pública, entre los cuales la falta de competitividad de los salarios del sector público respecto del privado no es el menor, dificulta que el aparato estatal pueda atraer y retener a los funcionarios más competentes. La ausencia de incentivos adecuados y el efecto “arrastre” de los cambios de gestión, además de la falta de normas restrictivas explícitas, han promovido una constante circulación de técnicos y profesionales entre las oportunidades laborales que ofrecen, por ejemplo, la agencia reguladora estatal y los regulados en determinado ámbito. La continuidad de políticas es un componente importante en la tarea de reconstruir la gestión, pues aporta una fuerte dosis de certidumbre y previsibilidad al interior del aparato burocrático. La implementación de políticas que se mantienen y consolidan implica un proceso de profunda madurez y aprendizaje social. 19


Articulación y coordinación

En este proceso de reconstrucción estatal, es necesario seguir insistiendo que no se trata sólo de una modernización técnica, o de reforma en términos de incorporar racionalidad instrumental e informática, sino de una mejora de calidad de la gestión para un proyecto colectivo. La recuperación de la capacidad técnica del Estado, que en todo caso que posibilite un Estado tecnológicamente más fuerte o sólido; es decir más que importar equipos de alta tecnología avanzar en desarrollos locales en asociación de varios institutos públicos y privados. En sintonía con estos cambios es imprescindible lograr mayor una mayor articulación y coordinación de la gestión, porque se heredó un Estado desguazado y una gestión con alta fragmentación horizontal. Así se trabaja en comportamientos estancos y con una alta concentración decisional. Esto esta llegado a un limite luego de la salida de la emergencia y normalización, la gestión requiere de una de mayor transversalidad para garantizar un mejor desempeño de la gestión.

Recomposición de la gestión

En Argentina los intentos de organizar una carrera administrativa generalizada bajo principios meritocráticos comenzaron con mucha energía, pero se fueron desvirtuando por la falta de una estrategia clara y un liderazgo consistente sobre estas políticas. Lo mismo sucedió con los intentos de consolidar algunos cuerpos de élite para propiciar cambios en el estilo de gestión, que si bien subsisten han perdido posicionamiento respecto de los objetivos planteados al momento de su creación
La concentración en un pequeño número de cargos críticos, la creación de cuerpos especializados de elite, la implementación de sistemas amplios de carrera administrativa, y la utilización de una red paralela de consultores financiados por organismos internacionales han sido rasgos característicos de las reformas anteriores. Al no definirse los criterios para la reforma, el sistema de recursos humanos fue evolucionando de acuerdo a las necesidades de los intereses de los grupos políticos y burocráticos en cada instancia, sin una definición estratégica del modelo al cual se tiende. 20 A la aplicación parcial de criterios de gestión al diseño de puestos, se suma el clásico problema de superposición de funciones entre distintas unidades organizativas y jurisdicciones, que ha intentado ser resuelto a través de reiteradas reformas y que expresa desde otro ángulo las consecuencias de contar con un sistema parcial de organización del trabajo.
En cuanto a las políticas de formación, las actividades que tradicionalmente se han brindado no han tenido como objetivo responder a déficits en el desempeño individual de los empleados. Se agrupaban en función de grandes ejes temáticos que surgían como prioritarios a partir de la identificación de necesidades que se hacía en conjunto con las áreas de RH de las jurisdicciones. El desarrollo de organizaciones innovadoras requiere de adecuar la gestión de recursos humanos para el desarrollo del potencial creativo y de aprendizaje original. Así, la búsqueda y selección de recursos humanos, el desarrollo de carrera, la rotación, la capacitación, la política de recompensas y remuneraciones y la evaluación de desempeño están asociadas al desarrollo de innovación. La combinación adecuada de incorporación de nuevos agentes con la seguridad en el empleo para el recurso humano innovador, la capacitación en nuevas tecnologías de información, profesionales y de gestión, planes de carrera que asocien ascensos, rotaciones, intervención en proyectos y equipos de trabajo ad hoc, de formación, de intercambio son todos estímulos al proceso de innovación. Son asimismo importantes las políticas deliberadas de detección y fortalecimiento de núcleos innovadores dentro de las organizaciones.

Modelo de gestión

Otro aspecto importante es el abordaje sobre el modelo de gestión pública. Las estrategias para la superación del modelo burocrático buscaron la separación entre el desempeño de la función, su financiamiento, la producción de los servicios y su provisión. Como consecuencia, el aparato estatal redujo su tamaño y sus regulaciones internas, introdujo elementos competitivos y la lógica burocrática se sustituyo por una lógica de mercados o cuasi-mercados. Esta estrategia constituye el eje básico del “gerencialismo” y de la “nueva gestión pública”. Atribuye las ineficiencias del aparato estatal al exceso de regulaciones asociadas a un marco normativo con elevada concentración decisional en las jerarquías organizacionales, formalización de procedimientos. Pretende superar el modelo de funcionamiento fundado en comportamientos sujetos a procedimientos y restricciones, con trámites y decisiones reglamentadas en detalle. Esta estrategia procura el cambio de las reglas y de los parámetros de la acción a través de una “desregulación interna” que de paso a la orientación por resultados e impactos.21
Procura facilitar el control y la mayor transparencia a través de la identificación de costos y de contribuciones, con un eventual aporte a una revalorización de la política como la disputa sobre quién da y quién recibe. Se materializa por medio de la adjudicación de recursos en función de metas, con modificaciones en los procesos presupuestarios que minimizan la incidencia de los antecedentes históricos. Introduce en el ámbito público tecnologías de gestión de amplia difusión en el sector privado, permitiendo una mayor libertad de acción durante la operación pero con responsabilidades precisas por el logro de metas. Conlleva reformas sustanciales en los regímenes del empleo público y de carrera del funcionariado. El interrogante actual, no es si es viable o no un modelo gerencial donde se asimile la administración pública a la privada, al estilo consenso de Washington, ya fracasado en los 90; sino cómo hacer que las decisiones de políticas públicas que los gobiernos toman como mandantes a término del pueblo soberano sean correctamente ejecutadas, con eficiencia, eficacia, fidelidad a las políticas diseñadas y garantías y satisfacción del ciudadano.
Se debe avanzar en una perspectiva superadora que integre los diferentes modelos, merced a que las intervenciones dirigidas a las reformas de la gestión deben ser complejas y adecuadas a la naturaleza de las problemáticas enfrentadas y de las concepciones que gobiernan el diseño de las políticas. Los cambios puntuales y la introducción de nuevas modalidades organizativas o de innovaciones en las tecnologías de gestión sólo son sustentables si responden a estrategias de cambio institucional y de desarrollo organizacional. Estos cambios demandan actores que las apoyen, que hagan uso de las oportunidades abiertas para la participación y que ejerzan un adecuado control externo. Exigen la disponibilidad de capacidades analíticas, estratégicas y prospectivas en los niveles de conducción política y organizacional y modalidades de intervención que atiendan a sus condicionamientos externos y que procuren impactar sobre las orientaciones y los comportamientos.



2 Regulación y control de los servicios públicos

En materia de regulación y control, el Estado debe enfrentar, dadas las características del mercado de servicios públicos e infraestructura, el desafío de regular a los monopolios y a los oligopolios, intentando hacer lo que el mercado haría si funcionara bien, sin fallas. Para evitar esta apropiación del excedente, el Estado fija precios a través de la regulación. También deberá garantizar la calidad de los servicios, debe ser capaz de determinar cuál es el patrón de calidad que deben ofrecer las empresas: si no hace esto, la empresa puede decidir bajar calidad de servicios para abaratar costos y ampliar márgenes de ganancia.


Prestación y la continuidad

La prestación y continuidad de los servicios deberán ser objetivos irrenunciables que deberán garantizar las empresas a través de tarifas accesibles para todos los sectores sociales. Respecto a las tarifas, uno de los principales rasgos distintivos del programa de privatizaciones desarrollado en el país ha sido el de las recurrentes renegociaciones contractuales con las privatizadas. Estas han revelado un denominador común: mantener o acrecentar los privilegios de las empresas, al margen de toda consideración sobre la seguridad jurídica de los usuarios e, incluso, en muchos casos, respecto de la de las firmas que no resultaron adjudicatarias de licitaciones que, al poco tiempo de concretada la transferencia de la empresa privatizada, vieron modificarse radicalmente el o los factores decisivos o determinantes de la propia adjudicación.
El desafío del estado deberá dirigirse hacia el uso de los servicios públicos y en ese sentido deberá atenderse a todos los sectores sociales incorporando tarifas de interés social, que tienda a garantizar la universalización de acceso a los servicios públicos. La universalización de los servicios es una asignatura pendiente, pues los servicios están asociados a derechos esenciales del ciudadano, como es el caso del derecho a acceso al agua, a circular por el territorio nacional (transporte), al acceso a fuentes diversificadas de información y de comunicación, etc.

Renegociación y regulación

Las dudas que se manifiestan sobre estas cuestiones están vinculadas a la falta de una estrategia general sobre la renegociación integral. La revisión de las ganancias de las empresas en los últimos años, desde la privatización hasta hoy como la evaluación de sus costos no se ha hecho. La crisis energética, aunque ciertamente justificada por el crecimiento de la demanda industrial es un indicador de la ausencia del estado en materia de control y regulación sobre las empresas prestadoras de servicios. 22 Es necesaria la revisión de los contratos de concesión o de transferencia de las ex empresas públicas como una primera e ineludible instancia tendiente a la formulación de nuevos marcos regulatorios que impidan -o, por lo menos, limiten seriamente- la discrecionalidad y la opacidad bajo las que se han ido modificando algunos de los aspectos centrales de tales contratos. Esta propuesta se inscribe en la necesidad de formular nuevos lineamientos de políticas públicas en materia normativa respecto de los servicios privatizados, y a la consiguiente formulación de marcos regulatorios que, por un lado, incorporen como un componente fundamental la "justicia" y la "razonabilidad" de las tarifas y de los consiguientes beneficios empresarios y, por otro, contemplen -en toda su dimensión- los impactos de las privatizaciones sobre la creciente regresividad distributiva y los socialmente insostenibles niveles de pobreza e indigencia vigentes en la Argentina. 23


3 Desarrollo industrial

En estos años posteriores a la devaluación se ha logrado mayor competitividad de los productos locales: el tipo de cambio alto, las retenciones, el superávit comercial y fiscal, los aumentos de productividad y competitividad, también posibilitaron la reducción del desempleo, de la pobreza, aumento del gasto en previsión social y en infraestructura física, y ello fue acompañado de una modificación de los términos del intercambio; pero a pesar de estos aspectos positivos persisten problemas serios en torno a la alta precarización y desigualdad, como así también el empleo no registrado. 24
En ese sentido el conflicto social actual, a pesar de los innumerables problemas, se vincula a la mejora de la situación social, es decir se refiere a la búsqueda de mejoras salariales, o a la mejor distribución del ingreso y a la calidad de bienes públicos a demandar. A diferencia del modelo anterior exluyente, donde el problema era la exclusión social y la falta de empleo. Sigue existiendo un gran sector informal de la economía no integrado, con baja productividad, esto está asociado a una distribución del ingreso regresiva. El desafío no es el de construir una economía competitiva basada en bajos salarios, empleos no registrados, y sólo en commodities, sino reducir el dualismo, contar con políticas industriales de largo plazo, y modificar la segmentación y la heterogeneidad estructural que caracterizan al mercado de trabajo argentino.
La búsqueda debe orientarse a lograr productos de mayor valor agregado, con mejores sueldos, y se desarrollen las potencialidades y el trabajo de la gente. Porque la cohesión social surge de una sociedad más integrada que tiene una estructura productiva más compleja y diversa. Y el aumento de la competitividad no sólo se logra en base a los precios, sino tiene que ver con la diferenciación lograda por los productos, a través del cambio tecnológico, de la innovación. En el proceso de recuperación de la industria local han contribuido una serie de factores; por un lado el nivel de competitividad del tipo de cambio que favorece una oportunidad exportadora de los productos argentinos, como también; los precios de nuestros productos de exportación que son notablemente favorables y una creciente demanda de productos vinculados al agro y su industrialización.
Sin embargo, a la par de las políticas implementadas post-devaluación, el incremento de las exportaciones tiene que ver con dos cambios estructurales que hoy caracterizan a la estructura productiva de la Argentina. El primero es la vuelta de los recursos naturales: esto es un fenómeno muy complejo, que no solamente tiene que ver con esta revolución agrícola asociada a un fuerte cambio tecnológico y un nuevo modelo de organización de la producción primaria totalmente distinto.25 A eso también se le acopló el mundo energético, la minería, la pesca, el sector forestal, etc. Allí, la Argentina tiene modelos de organización de la producción en los que no solamente superó su atraso con las fronteras, sino que hoy producimos con un nivel de calidad y eficiencia ubicado en los mejores parámetros internacionales. El segundo sector que nos explica el crecimiento de las exportaciones fue el profundo cambio en la producción de los insumos básicos; con fuertes políticas industriales, la Argentina desarrolló una capacidad en el área siderúrgica, de la petroquímica, de pasta de papel, de aluminio, de cemento, de refinerías de petróleo, un conjunto de plantas industriales con escalas y con modelos tecnológicos ubicados en las mejores prácticas internacionales. Y con respecto a esos sectores, de los cuales nos abastecíamos antes desde el exterior, ahora somos claramente exportadores.
Ahora bien, mirado desde el punto de vista del desarrollo, aparecen una serie de problemas; estos sectores no han tenido la capacidad de dar las externalidades, de generar nuevos puestos de trabajo. Otro punto importante es el grado de extranjerización, acentuado durante la década de los `90 que actualmente no se ha revertido. No solo por las decisiones de inversión que están determinadas en las casas matrices sino también por la remesa de utilidades dirigida al exterior. Un aspecto importante y problemático de la coyuntura actual es el patrón de especialización que se ha reprimarizado. La Argentina exporta grandes volúmenes de productos primarios, situación que ha mejorado la balanza comercial arrojando un importante superávit, pero no es una alternativa viable de desarrollo nacional.26


Planificación del desarrollo

La Argentina se enfrenta a desafíos y oportunidades cuya resolución definirá en gran medida las características del estilo de desarrollo que asumirá el país a largo plazo con la creación de nuevos puestos de trabajo y se caracterice por un avance hacia un patrón de especialización más "intensivo" en el uso de trabajo calificado, más basado en esfuerzos tecnológicos domésticos y más centrado en producciones de mayor valor agregado y bienes diferenciados. A partir del proceso de diagnostico, se pueden definir los objetivos a alcanzar en el horizonte de planificación que se postule. En la medida en que estos objetivos se expresen cuantitativamente y se asocie su logro a una determinada trayectoria temporal se hablará de una meta. Cumplida la definición de objetivos y metas - cuando esto último corresponda - la etapa que sigue es la formulación de la estrategia. La estrategia más que algo es una forma de hacer algo y por lo tanto no se refiere a qué hacer sino a cómo hacerlo. Puesto que la estrategia debe formularse considerando la viabilidad técnica y política de las principales acciones que se requieren para alcanzar los objetivos, en su elaboración deben plantearse escenarios tendenciales y normativos para el aná1isis de la trayectoria de las principales variables consideradas.27La competitividad es aún una de las asignaturas pendientes en la Argentina. La posibilidad de acceder a niveles crecientes de competitividad y mantenerlos en el largo plazo no puede circunscribirse a la acción de un agente económico individual. Esto significa desarrollar por parte del estado una estrategia planificada de desarrollo industrial asociada a inversiones orientadas a la generación/adopción de cambios técnicos permanentes, que induzcan una maduración que no es automática ni instantánea y que requiere de esfuerzos permanentes y conscientes.
Las líneas de acción estratégicas establecen el marco básico para la definición de las medidas fundamentales de políticas y para la elaboración de los programas y proyectos de inversión de carácter estratégico. Las políticas son los principios por medio de los cuales un gobierno usa su autoridad para orientar el comportamiento de los agentes privados y para ordenar a los organismos y funcionarios públicos, los cuales deben realizar con los recursos del Estado las acciones planteadas en los objetivos, las metas y en la estrategia.

Promoción productiva.

La intensa competencia entre países exige salir a buscar oportunidades más que esperar y, dado que las actividades de promoción en el exterior son costosas y necesitan de recursos humanos más capacitados, es necesario que se revisen los presupuestos y recursos asignados. Por otra parte, es recomendable que se mejore la coordinación con los organismos de promoción a nivel subnacional. La marca país no es solo un mero aspecto simbolico, debe convertirse en una estrategia promovida por las agenvias estatales en el exterior. La promoción de productos competitivos se vuelve muy importante en un contexto internacional, donde cada vez más actuan los estados como agentes de difusión y estimulo productivo. Mejorar en la competitividad es inevitable para integrarse a la economía mundial, pero una sociedad más justa, más igualitaria y cohesiva es necesaria y posible de lograr. Y ésta será a la vez, también más competitiva, porque será menos conflictiva y permitirá aumentar sus capacidades productivas y exportadoras tanto en bienes, por precios, en calidad de sus productos y en innovación.

Incentivos.

Las políticas públicas para el desarrollo de la competitividad deben estar orientadas no sólo a favorecer un cambio en el contexto institucional en el cual las firmas realizan sus operaciones, sino también hacia acciones específicas que favorezcan el desarrollo de la cooperación entre las firmas para permitir la especialización individual en un contexto de complementariedad y extensión del mercado. El desarrollo de las cadenas productivas y la mayor demanda de empleo deben ser las metas a lograr. En este escenario, las políticas públicas, con instrumentos distintos a los empleados en el pasado, deben jugar un rol central como iniciadoras de los procesos de transformación, generando un marco institucional favorable al desarrollo de esfuerzos productivos y tecnológicos, apuntando a mejorar las posibilidades de coordinación de los objetivos y estrategias de los agentes privado. En la medida que se definan prioridades y que se desee atraer inversiones de características específicas, es recomendable que los países que opten por el uso de incentivos. Los incentivos necesariamente deben tomar la forma de subsidios financieros y estandarizados, u otro tipo de beneficios orientados a generar emprendimientos productivos. Contar con superávit fiscal contribuirá a estimular más incentivos a la producción.28









Conclusiones tentativas

El conjunto de medidas aplicadas luego de la devaluación ha logrado que la economía empezara a crecer, sin embargo el tipo de estructura productiva existente, todavía muestra un importante grado de primarización. Estas cuestiones plantean muchas dudas en cuanto a la validez de lo que se ha denominado un nuevo modelo, como así también desafíos en la construcción de un proyecto inclusivo.
En ese marco, cabe preguntarse si no es el momento de empezar a discutir cómo hacer para lograr un proceso de reconstrucción nacional que revierta el sendero desindustrializador y concentrador de las últimas décadas y que se asiente sobre crecientes grados de inclusión social. La sustentabilidad del país difícilmente se construya con los niveles actuales del tipo de cambio y salario reales. Para crecer en el largo plazo en una economía abierta, es necesario generar inversiones en activos específicos, reclutar mano de obra formal, recomponer la cadena productiva, de asociaciones y de estrategias de largo plazo. Estas decisiones del presente que comprometen el futuro sólo pueden hacerse en contextos en los cuales exista el acceso al crédito, se estimule la inversión y se dote de mayor valor agregado a lo producido. Estas son condiciones básicas para pasar a un esquema de productos diferenciados, para consolidar el ahorro interno y la inversión y, sobre todo para romper definitivamente la tendencia de deterioro del mercado de trabajo, con el sustento de la competitividad en la calidad del trabajo y no en los bajos salarios. En este marco es necesaria la recuperación de las PyMEs, con el desafío de crear nuevas empresas, pues son esenciales en términos de su economía de especialización, de ocupación del territorio y de la recuperación de todos los entramados productivos. El país cuenta con una clara capacidad de recursos naturales e insumos básicos, siendo el desafío más importante el de aprovechar estos recursos naturales y estos insumos básicos para pasar al mundo de la diferenciación.
El desafío principal que afrontan hoy las sociedades y la política democrática del Cono Sur, tiene que ver con el logro del desarrollo definido en un sentido inclusivo, frente a tendencias de una economía globalizada que tiende a negarlo. El desarrollo ya no es fruto solo de una estrategia económica por mejor orientada que esté, sino que requiere de una perspectiva integrada que recupere la complejidad, la experiencia de estos años, e incorpore una gran cuota de creatividad, participación y de masa crítica endógena, tanto de parte de actores gubernamentales como no gubernamentales. Esto redefine la concepción del desarrollo economicista y elitista predominante en los últimos años, hacia otra de economía política, que recupera la dimensión ética e interdisciplinaria. Una estrategia que, a diferencia de la ortodoxa (de todo al Mercado, confiabilidad externa) y de la desarrollista (todo al Estado), apuesta a una articulación del Estado, Mercado y Sociedad Civil y que busca una integración del sector social de la economía junto al privado y público para potenciar capacidades productivas y de generación de empleo.
Esta aplicación de políticas que intervienen en el mercado permiten apreciar una perspectiva contrapuesta a la anterior estrategia ortodoxa que asignaba al Estado un rol “pasivo” y negativo en el desarrollo, un estado ‘ausente’, donde el crecimiento sólo debía ser fijado por el mercado, y donde se debilitaron las estructuras estatales nacionales y regionales vinculadas al direccionamiento de las políticas de desarrollo productivo y territorial y se endeudó sistemáticamente.29
El rol del Estado debe ser reemplazado por otro “activo”, promotor, articulador, vinculado al bien común. Se requiere de ir hacia un ‘estado activo’ e impulsor de la producción capaz de tener políticas sectoriales. La reconstrucción de la capacidad del Estado para definir y monitorear políticas de largo plazo, y en particular las referidas a la infraestructura económica y social, como así también la instalación de un proceso de reindustrialización mediante mecanismos de promoción son algunas de tantas políticas públicas que deberán introducirse en la agenda de la Nación.
Las transformaciones de la globalización, muestran que una estrategia nacional de desarrollo requiere no sólo de los esfuerzos locales, sino de una construcción regional, y que ésta última depende hoy cada vez más de condiciones políticas de realización (representación, moneda y justicia común o supranacional), para relanzar un nuevo círculo virtuoso de autoconfianza y crecimiento conjunto. En cierto sentido, el desafío del desarrollo para la sociedad civil y la política es complejo y dinámico, parece requerir no solo de condiciones y decisiones económicas y tecnológicas apropiadas, de recuperación de la política, tanto por un aumento de las capacidades en la negociación transnacional como en las de articulación del Estado con la sociedad civil, como también culturales, de construcción de una visión estratégica que exprese los valores compartidos para la configuración de una sociedad con futuro. Sin embargo, los riesgos de recaída como señala Ferrer30 siguen presentes. Los riesgos son más profundos y emergen de las fracturas de la cohesión social y la prédica de los epígonos e intereses asociados a la visión y políticas del neoliberalismo. Para evitarlos, es preciso consolidar y ampliar los logros en la gobernabilidad, la autoconfianza en nosotros mismos y en las instituciones de la democracia.



JÓVENES, TRABAJO Y UNIVERSIDAD: UNA INVESTIGACIÓN EXPLORATORIA.



Articulo de cátedra



Prof: Silvia Agostinis, Marta Bellardi, Verónica Di Francesco.




Integrantes de la Cátedra Filmus, Sociología, CBC-UBA. Participaron en el relevamiento de datos los demás integrantes de la cátedra: Abadie, M., Alanis, M., Alfaro, P., Alí, P,, García Piñeiro, O., Laugé, L., Lemos, S., Raidán, A., Rivero, E., Ronsino, H.,









1. Objetivos



El objetivo de la investigación cuyos resultados preliminares conforman el contenido central de esta presentación fue indagar acerca de las percepciones que los estudiantes del CBC poseen sobre los estudios universitarios y la inserción en el mercado de trabajo, en su condición de jóvenes en el momento actual de la sociedad argentina.



La pregunta respecto de qué significa ser joven, dice García Canclini, es una pregunta social “porque es la sociedad la que trata de saber cómo comienza su futuro “. Nueve millones de personas tenían en 2001 entre 15 y 29 años, según los datos del Censo Nacional. En la ciudad de Buenos Aires y en los partidos del Gran Buenos Aires, jurisdicciones de donde provienen la mayor parte de los estudiantes que concurren a la UBA, la población de ese grupo de edad ascendía, en ese mismo año, a 2.840.400; representando el 31% del total nacional del grupo etáreo de 15 a 29 años. Desde que la desocupación comenzó a ser un problema social a partir de mediados de la década de 1990, la población joven ha presentado tasas de desocupación más elevadas que los otros grupos de edades de la población activa. En los últimos años y no obstante el crecimiento del empleo en términos absolutos y relativos en el total del país a partir del año 2003, el desempleo en la población de 18 a 25 años casi duplica la tasa general de desocupación. Otras problemáticas del mercado laboral de las últimas décadas como el fuerte peso del trabajo no registrado, adquiere también entre los jóvenes una proporción especialmente elevada.



La problemática del alto desempleo entre los jóvenes está además relacionada a dos cuestiones estructurales: la vinculación entre nivel de empleo y calificaciones educativas alcanzadas, por un lado, y entre ingresos familiares y nivel educativo al que accede la población joven, por otra. A medida que decrece el nivel educativo de los jóvenes, la tasa de desocupación es más alta que en los otros grupos de edades. A su vez, entre los jóvenes pertenecientes a los hogares situados en los estratos de más bajos ingresos es más frecuente que sus niveles de escolaridad sean inferiores a los de ingresos medios y altos.



¿Qué realidades subjetivas se están construyendo entre estos jóvenes ingresantes a estudios universitarios sobre la base de una realidad objetiva caracterizada por las tendencias a las que hemos hecho breve referencia?



Los resultados provienen de un trabajo de campo realizado entre los estudiantes que cursaron en la cátedra en la que nos desempeñamos en el CBC . Se llevó a cabo la aplicación de un cuestionario cuyas preguntas nos permitieron relevar información cuanti-cualitativa sobre las variables básicas (edad, sexo, lugar de residencia, carrera elegida, tipo de establecimiento en el que cursaron estudios primarios y secundarios, nivel educativo de sus progenitores). Las restantes preguntas se formularon a modo de “disparadores” tendientes a suscitar en los jóvenes la expresión de sus representaciones más inmediatas y que constituyeron los aspectos más sustantivos de la indagación. Las dimensiones abordadas fueron: motivo de elección de la UBA para sus estudios del ciclo superior, motivos de elección de la carrera, motivos por los cuáles trabaja o no trabaja; aspectos positivos y negativos que puede identificar de su tarea laboral actual; cómo imagina el trabajo ideal y qué significado le otorga al trabajo (como sustantivo) o al hecho de trabajar (como acción). Al ser una indagación efectuada mediante un cuestionario de preguntas abiertas los resultados se basan en respuestas de opción múltiple.



2. A quiénes entrevistamos.



El cuestionario fue respondido por un 54,2% de alumnas mujeres y un 44,2% de alumnos varones (1,4% s/d), sus edades estaban condensadas en un 80,4% en el tramo de 18 a 24 años 10,3% de 25 a 29 años, 6,1% de 30 y más; 3,2% s/d. Cerca de un 60% son alumnos que residen en la Ciudad de Buenos Aires; los restantes en diferentes localidades del GBA, preferentemente de la zona norte y noreste. Desarrollaron sus estudios primarios mayormente en establecimientos educativos privados (nivel primario: 55,4%; 60,2% el secundario/polimodal). Finalmente, estaban trabajando al momento de la encuesta el 53% contra el 47% que no lo hacía aún. Como dato significativo, el nivel educativo alcanzado por los progenitores indica prima facie cierta inscripción socio-cultural: para el total de los alumnos encuestados las mayores frecuencias están dadas por un 25%/30% de padres y madres con escuela secundaria completa y el 36% de padres y de madres tiene estudios universitarios completos.



3. Motivos que sustentan la elección de las Carreras y de la UBA



Indagar sobre los motivos o criterios que los jóvenes estudiantes encuestados han considerado al momento de elegir su carrera universitaria así como aquellos para elegir a la Universidad de Buenos Aires en tanto ámbito apropiado para el cursado de dicha carrera son dos aspectos relacionados entre sí y ambos con el objetivo de la presente investigación. En la elección de una carrera universitaria confluyen varios factores y en dicha conjunción se expresa una proyección futura de índole personal no ajena a los factores coyunturales e históricos de las experiencias de los ámbitos familiares y sociales en los cuales los sujetos se han socializado, tanto como un entrecruzamiento entre expectativas personales, familiares, sociales. En ese sentido es que carrera y universidad se conectan de manera tal que los saberes, conocimientos y capacidades condensados en un título universitario adquieren deferentes dimensiones según la calidad y trayectoria de la institución otorgante.



De la totalidad de los alumnos que respondieron la encuesta casi un tercio de ellos habían optado por la carrera de abogacía, seguidos por quienes lo hicieron por contador público (15%) y administración de empresas (13,1%). Las que le siguen en orden de preferencia son las carreras de Relaciones del Trabajo e Historia con guarismos similares -6,1 y 5,6% respectivamente-. El interés del 28 % de los restantes entrevistados se distribuye en 14 carreras que son dictadas en las unidades académicas de Ciencias Económicas, Derecho, Ciencias Sociales y Filosofía.



En cuanto a los criterios que los jóvenes han tenido en cuenta al momento de decidir por una carrera universitaria aquel centrado en las materias y contenidos que dan cuenta de las características de la formación de los futuros profesionales, ha sido esgrimido por el 40%. El segundo lugar reúne a un 27% de las respuestas centradas en una predilección de la cual podemos rastrear poco. En efecto, bajo el rótulo “Me gusta” también se han incluido expresiones como: “me motiva”, “me llamó la atención”, “por vocación”, “una de mis favoritas”, “me apasiona”, “se adecua a mi personalidad”, “responde a mis expectativas”, “más cómodo me siento”. Esta ausencia de precisión por parte de los jóvenes ¿estará dando cuenta de una elección apoyada en el tiempo presente por contraposición a aquellas otras que expresan el deseo de lograr una situación favorable a través del título universitario en un tiempo futuro? En este último sentido deben entenderse las respuestas que han hecho hincapié en la salida laboral o las posibilidades u oportunidades que les habilitará el título a obtener (24,3%). Algunos jóvenes inclusive han planteado sus dudas o, mejor dicho, han dado cuenta de la tensión en su elección entre privilegiar un futuro laboral y sus preferencias. Esta tensión podría leerse en términos de la existencia de dos representaciones en pugna: aquella que privilegia el trabajo en tanto medio de supervivencia versus la representación de la autorrealización que podría estar expresándose no sólo en el “Me gusta”, sino también en quiénes hicieron eje en los “Contenidos” o en un tercer grupo que hizo referencia a los “Aportes sociales” (9,3%) que estiman podrán hacer a través de su futuro ejercicio profesional.



Por otra parte las orientaciones específicas que la escuela secundaria o polimodal ofrecen así como el acercamiento a ciertos ámbitos a partir de materias específicas, influyeron sólo en el 6% del grupo de jóvenes entrevistados al momento de decidir la carrera a seguir. Y por último, es de resaltar que aquellos para quienes los estudios universitarios parecieran ligados a presiones externas (familiares) por sobre un convencimiento personal, situación expresada en la respuesta “No sé, tenía que empezar una carrera”, sólo es del 0,6%. Este dato adquiere significado en tanto da cuenta de cómo mayoritariamente los jóvenes encuestados, no ajenos posiblemente a iguales presiones, han podido plantearse el interrogante sobre qué carrera seguir y por qué tomar una decisión, aún a riesgo de lo provisorio de la respuesta.



La elección de la UBA ha pasado mayoritariamente por el reconocimiento de su “Prestigio” (72,9%). Para algunos dicho prestigio les facilitará continuar estudios en el exterior, otros lo han centrado en el cuerpo docente y también están quienes remarcaron el significado “ser egresado de la UBA”, en contraposición a títulos equivalentes otorgados por otras universidades. En este sentido el “ser egresado de” parecería agregar –frente a títulos equivalentes- un plus valor como el esfuerzo, la constancia, las capacidades personales, las cualidades para el desempeño de su profesión, todo ello condensado en la expresión “acá no regalan nada”. Las otras características resaltadas de la UBA han sido su carácter de Estatal y Pública (21,5%) y su Gratuitidad (12,6%). Estas tres respuestas parecerían estar expresando “valores” de profunda raigambre en los sectores sociales medios, de los cuales mayoritariamente se nutre la UBA. Si el 60% de los jóvenes encuestados viene de una trayectoria educativa en establecimientos privados, dicha respuesta se torna más significativa (la imagen crítica del sector educativo público entre la clases medias no se extiende al nivel universitario). En tanto, un grupo reducido (6,5%) ha dado como respuesta de su elección la imposibilidad de afrontar los costos de la universidad privada.



3. Por qué trabajan y por qué no trabajan



Preguntar acerca de los motivos que sustentan la inserción o no en el mercado laboral nos permite aproximarnos a conocer las relaciones medios/fines que los jóvenes le atribuyen a dicha acción. En este sentido, para la mayoría de los entrevistados (45,7%) el motivo por el cual comenzaron a trabajar es para alcanzar autonomía y/o independencia respecto de la familia en términos monetarios, mientras que un 34,9% lo hace por necesidad y para colaborar en los ingresos del hogar. Con menor representación porcentual aparecen respuestas como “para adquirir experiencia en el mundo laboral”, “para desarrollo personal” o “para hacer algo”. Entre quiénes no trabajan, se distingue un grupo que manifestó su no actividad laboral para poder dedicarse a los estudios. Muy probablemente estos jóvenes provengan de hogares en los que se priorice el estudio antes que la inserción laboral, en un contexto de disponibilidad de ingresos.



A priori se podría suponer que los que no trabajan pertenecen a hogares cuyos ingresos familiares les permiten a estos jóvenes posponer la decisión; sin embargo, quiénes respondieron que no lo hacen para dedicarse a los estudios, manifiestan de manera clara una finalidad concreta respecto a dicha postergación, a diferencia de aquéllos que respondieron que no trabajan “porque no lo necesitan”, “por falta de disponibilidad horaria” o “por no encontrar el trabajo indicado”.



En el grupo de los que no trabajan, se destaca un 18,8% que dice “estar buscando” o no encuentra”; no podemos inferir si la búsqueda es para ganar independencia personal o por necesidades económicas familiares como el primer grupo al que hicimos referencia.



Es de destacar que ante lo que suponemos es la misma situación familiar –no hay urgencia para salir a trabajar- aquéllos jóvenes que plantearon que trabajaban para alcanzar independencia económica, para adquirir experiencia o por desarrollo personal dan cuenta de una decisión de buscar o de insertarse en el mundo laboral, frente a otros que postergan dicha resolución, alegando motivos diversos (falta de tiempo, porque no lo necesito, no encontré el indicado).



4. Los aspectos positivos y negativos del trabajo (entre quiénes trabajan actualmente):



Las condiciones de contratación laboral (horarios, salarios, beneficios) adquieren una enorme relevancia tanto a la hora de valorar positivamente aspectos de su trabajo tanto como entre quiénes mencionan a dichos aspectos como insatisfactorios. La evaluación negativa de este conjunto de factores no sería ajena a la sensación de elevada exigencia laboral que dicen experimentar los entrevistados. Dicha sobreexigencia se haría sentir cuando no encuentra como contrapartida un salario y condiciones de trabajo satisfactorias



Otro de los aspectos relevantes es el que hace referencia al ambiente laboral y los lazos que el mismo puede generar, ya sea entre pares o con sus superiores. Esta dimensión da cuenta del relacionamiento de los entrevistados con otros espacios de la vida social, por ello resulta significativo que más de las dos terceras partes de ellos lo rescaten como elemento positivo en su actual experiencia laboral, tanto como aquellos que en igual sentido valoran este aspecto como insatisfactorio. Por otra parte, entre los componentes positivos son mencionados aquellos vinculados al trabajo como un aporte para la experiencia personal, el crecimiento y la maduración. Para finalizar, sólo un 1,6% de los jóvenes no identificaron ningún aspecto positivo y en cuanto a los negativos, ese porcentaje representa 2,3%. Podríamos preguntarnos si esto se trata de una ausencia de reflexión crítica sobre sus actuales condiciones de trabajo o experiencia laboral.



5.- Trabajo ideal y qué significa trabajar



Las transformaciones en el mundo de la producción y por consiguiente en el mundo de trabajo reflejadas en ideologías que hacen hincapié en el sujeto consumidor y ya no en el sujeto productor, conducen a preguntarnos si las representaciones sobre el trabajo mantienen sus significados o si se han producido modificaciones en los sentidos que los sujetos le otorgan a una actividad que insume la mitad o más de las horas diarias de la vida.



¿Cuál es la representación del trabajo ideal para estos jóvenes? Las respuestas fueron reagrupadas en tres grandes ejes: casi la mitad (49,6%) de los entrevistados ha hecho hincapié en las condiciones laborales, esto es, salario, horario y beneficios sociales-laborales. El segundo grupo que concentra el 41,5%, nuclea a todas aquellas respuestas que expresan el deseo de desempeñar en un futuro la profesión que han elegido, ya sea en el ámbito estatal, privado o de modo independiente. Por último, un buen clima laboral en cuanto a relaciones sociales, el estimulo a su crecimiento profesional y el ser valorados o respetados, son todas respuestas que conforman el tercer agrupamiento de factores que son mencionados por el 38,3% de los jóvenes. Estas características son similares a las mencionadas por la juventud obrera estadounidense en una investigación realizada por D. Yankelovich en 1973. .



Las respuestas a la pregunta acerca de qué significa el trabajo expresan aspectos vinculados a los valores internalizados por los jóvenes respondentes. Un 51,4% de las respuestas hacen referencia a lo que en la bibliografía se identifica como una visión instrumental del trabajo, en tanto acción que se realiza a cambio de un salario . “A esta visión debe agregarse la que reconoce en el trabajo su capacidad para integrarse a una realidad aún mayor(19,1%), cosmovisión que sin perder su componente instrumental lo coloca en un nivel de abstracción más elevado, al destacar que el trabajo permite ser parte de un todo más amplio, percepción que se resume en expresiones tales como: trabajo significa “estar integrado”, “pertenecer”, “ser útil”, “cumplir un rol social” El tercer ingrediente del trabajo como valor es entendido como un deber ser en tanto responsabilidad y obligación que a toda persona adulta socialmente le compete, diferenciándose así del trabajo ideal, donde las respuestas apuntan a una proyección futura vinculada a la representación social en tanto “forma de conocimiento socialmente elaborado y compartido, orientado hacia la práctica y que concurre a la construcción de una realidad común a un conjunto social" . El mundo de las representaciones, que opera como factor condicionante de nuestra conducta, es el mundo del sentido común, que se da por supuesto y que no se cuestiona” .



6.- Conclusiones



En esta instancia recordemos que los resultados analizados deben ser considerados como ilustrativos de un segmento de jóvenes que están iniciándose en la vida universitaria y fundamentalmente como punto de partida para posteriores indagaciones. Los motivos esgrimidos por la mayoría de los entrevistados sobre la elección de la carrera se centran en resaltar los contenidos de las mismas y las posibilidades de salida laboral. Con relación a las representaciones que los jóvenes tienen respecto del trabajo, parecieran responder a los discursos socialmente construidos, dan cuenta de los valores internalizados que guían las conductas, ambos elementos a partir de los cuales los individuos entienden el mundo en el que viven e inscriben su lugar en el mismo. A partir de este análisis preliminar es posible observar que el trabajo continúa teniendo una función instrumental, un medio para obtener algo; ya sea para alcanzar la independencia o para la subsistencia. Pero es al mismo tiempo valorado como el espacio social para la integración, el trabajo como “lugar” de pertenencia. La referencia al “deber ser” entendido como obligación y/o responsabilidad también aparece como una de las definiciones sobre el significado del trabajo.



Respecto de las percepciones que refieren al trabajo ideal como aquel que condense un buen salario, estabilidad, formalidad, con flexibilidad horaria o de pocas horas y buen ambiente; no podríamos afirmar que las mismas se originan necesariamente en la experiencia directa de estos jóvenes entrevistados, pero sí podemos suponer que sus apreciaciones están atravesadas por los discursos de la sociedad adulta y por sus realidades.



Otros factores, además de los estrictamente vinculados a las condiciones de empleo, se hicieron presentes en las opiniones de los entrevistados sobre el trabajo ideal, donde se aprecian elementos tales como el desarrollo/crecimiento personal, trabajar de su profesión, que esté vinculado a lo estudiado o en algo que les guste. Queda por conocer si estas diferencias valorativas entre unos y otros responden a que quiénes están actualmente ocupados resaltan del trabajo cuestiones más “realistas”, más relacionadas con el “hacer” frente a percepciones más asociadas a un ideal, por parte de quiénes aún no han incursionado en el mundo real laboral.



Finalmente, es relevante que aun cuando nuestra indagación tuvo un carácter exploratorio y sin pretensión de generalizaciones estadísticas, algunos de los resultados obtenidos se vinculan estrechamente a los alcanzados por estudios de más largo alcance. Así, la representación social del trabajo de estos jóvenes es similar a la encontrada por Kornblit (2004) en una investigación realizada en 1998 entre estudiantes de escuelas secundarias:“…los elementos centrales están constituidos por el instrumentalismo (el trabajo valorado por el rédito económico que implica) y los elementos periféricos por la autorrealización y el clima social (afectivo) en el que se desarrolla la actividad”


Bibliografía

García Canclini, N. (2004) Diferentes, desiguales y desconectados, Gedisa Editorial, Barcelona

Jodelet, D. (1989): « Repésentation sociale: phénomènes, concept et théorie », en D Jodelet. (ed.) Les Représentations Sociales. pp. 31-61; PUF, París



Kornblit, Analía (2004). Representaciones sociales y valores de los jóvenes argentinos en relación con el trabajo. Instituto Gino Germani, CONICET. Buenos Aires, Argentina.


Pérez Rubio, A.M. (2004). Los jóvenes y el trabajo. Un estudio sobre representaciones sociales. Monografías virtuales, OEI, N° 4, ISSN 1728-0001.






Sanchis, E. (1988) Valores y actitudes de los jóvenes ante el trabajo; en REIS (Revista Española de Investigaciones Sociológicas), N°41; pp.131-151. Madrid, España. Edición Electrónica



Serrano, Amparo; (1995): Procesos Paradójicos de construcción de la juventud en un contexto de crisis del mercado de Trabajo; en REIS (Revista Española de Investigaciones Sociológicas), N°71-72; pp.131-151. Madrid, España. Edición Electrónica.



Seidmann, S., Azzollini,S., Bail, V., Vidal, V., Thome, S.(2006) Representaciones sociales sobre la educación y el trabajo en un época de crisis social, en jóvenes argentinos universitarios. Facultad de Psicología, Anuario de Investigaciones, Vol. XIV,




Los jóvenes y las nuevas tecnologías





El uso de las tecnologías está ampliamente generalizado entre adolescentes y jóvenes, chicos y chicas. Retrasan la hora de acostarse para chatear con sus amigos a través del Messenger. Se levantan de la cama utilizando como despertador sus teléfonos móviles. Andan por la calle aislados del ruido gracias a los auriculares de sus iPod, escuchando música que previamente han «bajado» de Internet. Continuamente revisan su móvil para ver la hora, comprobar si han recibido alguna llamada perdida o algún SMS. Publican sus experiencias en un blog como si se tratara de un diario personal y, con la misma naturalidad, publican sus fotos en un fotolog. Tienen un trato familiar con YouTube y MySpace, espacios a los que acuden para colgar sus vídeos o ver los que han colgado otros.



Se trata de adolescentes y jóvenes que han incorporado las nuevas tecnologías con extraordinaria rapidez a su vida cotidiana.



Tal descripción, así enunciada, puede resultar excesivamente generalizadora de la forma en que los jóvenes hacen uso de la tecnología. Frente al discurso común, también se puede constatar que, a nivel individual, cada uno de ellos emplea estas herramientas de forma diferente para satisfacer sus propias necesidades; cada joven es un mundo.



Así, el origen social y el nivel formativo de los padres tienen, en este contexto, un papel clave, ya que las personas adultas que conviven con los jóvenes son quienes estimulan o castigan determinados hábitos de comportamiento. Ellos, con sus actitudes y conductas, refuerzan unas u otras formas de utilizar las tecnologías. También es necesario considerar otras variables como la realidad socioeconómica y el hábitat rural o urbano en el que se desarrolla la vida cotidiana. Ambas circunstancias condicionan la posibilidad de disponer de un hogar más o menos equipado tecnológicamente y el lugar que ocupa en la vida de cada joven el ordenador, Internet o el teléfono móvil frente a la calle, los bares, los amigos, etc.



Los jóvenes han interiorizado el discurso dominante según el cual el futuro depende, en gran medida, del progreso tecnológico y del control de las nuevas tecnologías. Saben que su porvenir social y profesional les exigirá ser competentes en el uso de estas herramientas. Al mismo tiempo, son conscientes de la preocupación que genera en sus padres y profesores el uso que ellos hacen del ordenador, Internet, el teléfono móvil, etc.; especialmente en relación al tiempo y a los efectos que pueden provocar en la buena marcha de sus estudios.



Con el ordenador realizan sus trabajos. Así, Google es, para ellos, un buscador de información indispensable. Del mismo modo, el diccionario es para ellos una página web donde escriben una palabra y consiguen automáticamente en la pantalla su significado o el mismo término traducido a cualquier idioma. Prácticamente, parecen haber dejado de leer y se limitan a ver, cortar y pegar. Según sus propias palabras:



Busco el tema, lo selecciono, cambio el tipo de letra y alguna que otra cosilla y lo presento tal cual y si cuela, cuela.



A veces hay que elegir entre hacer esto o no entregar el trabajo.



También hay que tener cuidado con las palabras, por si el profesor te pregunta y no sabes qué significan. Sin embargo, el ordenador e Internet son herramientas que utilizan los adolescentes y jóvenes consultados para la relación entre pares y el ocio mucho más que como instrumento de información, formación o estudio. Tal hecho no deja de resultar curioso, ya que, precisamente, la idea de que los ordenadores son una ayuda esencial para el estudio y el trabajo tiene un papel clave a la hora de animar a los padres a adquirir uno. «De hecho muchos de ellos fueron a la tienda con el mismo espíritu con el que tiempo atrás pudieron ir a comprar una enciclopedia. La distinción que establecían los jóvenes en cuanto a los usos de las tecnologías entre el tiempo de ocio y el tiempo de estudio, se vuelve a presentar en referencia al espacio, al lugar de conexión.





Debate sobre modelos de desarrollo

Ariel Raidan

Los distintos Modelos de Desarrollo y de integración regional implican un tipo de inserción específica del país en el teatro de la división del trabajo mundial y de ella depende la posibilidad de lograr la emancipación plena y sustentable de sus habitantes. En tanto son sólo construcciones conceptuales, no podemos dejar de mencionar que en la historia de los países existen complejidades y que los procesos tomados como ejemplos, encuentran características diversas e incluso, que pueden incluir aspectos de más de uno de los Modelos planteados como referencia.

A partir de aquí no existe una posición unívoca acerca de cuál es la receta o el proyecto capaz de encauzar el desenvolvimiento armónico, estable y perdurable de los factores sociales, económicos, políticos y culturales que dan consistencia y permanencia a las condiciones objetivas de América Latina. En realidad, es innegable que hay diferentes Modelos en tanto los actores sociales que interactúan en el país y el extranjero encuentran intereses y en varios casos, objetivos claramente disímiles y enfrentados. Las contradicciones y los puntos de vista disímiles y lejos de ser un problema meramente teórico, son cuestiones políticas.

Por eso se considera pertinente relacionar el término Modelo de Desarrollo al de nación por el hecho de la existencia de los Estados nacionales como marcos de encuadramiento, de organización y de desenvolvimiento de las relaciones de poder en los siglos XIX, XX y XXI. Difícilmente se alcance un desarrollo social y económico perdurable de la región o de un Estado, sin consolidar previamente la comunidad nacional como unidad soberana e independiente. El tipo de Modelo de Desarrollo es un factor importante que va a impulsar o va a obstruir un determinado tipo de integración regional.

La organización nacional y la integración regional en América Latina, no son una tarea de un sólo grupo social, sino que son actividades que involucran un frente político o un conglomerado de clases sociales en disputa. A partir de aquí, es que articulamos la dinámica política y cultural de América Latina en torno de la noción de pueblo, que incluye y que redefine la de clase social.

A partir de lo expuesto, es bueno reconocer la importancia estratégica que adquiere el hecho de identificar cuál es el Modelo de Desarrollo que nos va a permitir alcanzar mayor integración social.